sábado, 13 de abril de 2013

Sin creer, sin saber. Imaginando. Inventando.

Sinceramente no sé qué hacer, tal vez ni que decir. Puede que se me escape de las manos, o tal vez me haya acostumbrado a pasar del mundo, porque el mundo, al fin y al cabo siempre acaba por ir de boca en boca, y eso es algo que se escapa a mi comprensión e incluso podría decir que me asquea. ¿En que momento se baja la guardia? Ni siquiera se sabe... ¿Merece la pena? Cómo saberlo... Como saberlo cuando realidad y ficción se entremezclan... cómo saberlo cuando no es tan sencillo, cuando el mundo se complica... cómo saberlo si yo misma me complico... Lo intento, intento verlo tal y como es, tal y como hago con el resto, como hacía. Pero algo se frena, algo hace... como cortocircuito ... Al final la cabecita no para y el mecanismo se activa, casi sin quererlo... inevitablemente. Y a veces es sencillo, o al menos eso parece. Tan simple como sentir de otro modo, tan simple como escupirle al mundo con toda la rabia de tus adentros, tan simple como reirte del mundo, tan simple como esos momentos de "me la trae al pairo" y esas ansias de volar por encima del resto. Porque al final... (y al principio), ¿qué más da lo que piense el mundo? qué más da que comenten, que más da que te juzguen, que importa cómo te vean. Que te odien o que te quieran, que te señalen, que te defiendan... ¿Eres feliz, o al menos algo parecido? Y eso es lo único que debería importar. Hace tiempo que he dejado de creer, y en realidad, no sé si quiero volver a hacerlo, porque al fin y al cabo, el final depende del principo. En fin, lxs humanxs somos bastante curiosxs... Lo que pensamos, lo que decimos, lo que hacemos... sobre todo, y que para mi está por encima de todas estas curiosidades, cómo nos controlan las emociones... como un simple gesto o una simple palabra pueden cambiar un día, un momento, un instante... o incluso, una vida. A veces pienso que la mejor manera de sobrevivir sea seguir ese sentimiento Nietzcheriano de apatía y frialdad. La filosofía no está mal, pero en el mundo real (o irreal...) de las emociones, los sentimientos, los impulsos ... hay momentos que esa razón se olvida. Al final, todo el puto mundo tiene su jodida fortaleza amurallada hasta límites que, pienso, ni hasta unx mismx sabe. Si, solo escupo palabras, unas tras otras, plasmadas en papel, sacadas del alma. Puede que digan mucho o quizás nada, pero ¿sabes?, no importa. No importa el resto, ni sus palabras, ni sus gestos, ni sus voces acusadoras... nada, tan solo el silencio, el silencio de una mente que no podía con tantas frases y palabras por encajar y coser, para terminar por crear; crear escupiendo lo que salga, improvisando, enlazando, olvidando... y te calmas al fin. Y eso es lo que importa, al menos así, las voces callan x un instante. ¿Qué al mundo no le importa? ... ¡quién djo que tuviese que hacerlo! Palabras al borde del precipio, sentimientos de rabia e incomprensión ... y al final... ¿dónde está tu sitio? ... quién sabe. Tampoco es que importe mucho. Blah.

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