domingo, 21 de abril de 2013

.Gritos en silencio.

La destrucción completa de todo aquello que pensabas o sentías. Tiene un principio, en el que ansías por encima de todo encontrar con quien compartir esa demencia, esa locura, el mismo pensamiento, sentimientos parecidos. Destroyer. Y al final, tras días e incluso meses; poco a poco, siguiendo la trayectoria de lo que te pide el cuerpo, vas, poco a poco, acercándote a aquello que ansiabas. Una tras otras, suma y sigue. Sin darte cuenta, has empezado a sentir lo que es volar, ficticiamente, pero, al fin y al cabo, volar. Se acrecenta esa idea, ya casi filosofía, llegando incluso a veces a estilo de vida. La idea de que esa ficción química es la única que te podrá dar lo que deseas (volar), que pese a los malos momentos, es incluso mejor que ese "alguien", que aquel, que aquella. Al fin y al cabo lo ves simple, no hay rechazos, es una especie de quid pro quo, das, tienes, vuelas... Llega un momento que las lágrimas se van, que poco a poco los sentimientos desaparecen, no solo los tuyos si no que llega también, la evasión de sentimientos ajenos, huyes. Solo quieres reír, saltar, correr, bailar, abrazar, besar, ir, venir, volar... que no vuelva a salir el sol, que nada arruine ese momento, ese mundo, esa sensación. Es genial, si, al principio lo es. Pasa el tiempo, todo cambia, comienzas a anhelar... sigues confiando en volar, sigues deseando que todavía puedas sentir que nada importa, que nada te afecta, que nada duele, porque cuando vuelas, no hay dolor, te ríes del mundo. Mas poco a poco, cada vez que sale el sol, comienzan a caer las lágrimas... no sabes como sucede, ni tan siquiera por qué... pero no puedes evitarlo; la soledad te invade, el dolor te carcome las entrañas y los malos recuerdos entremezclados con el deseo de que alguien esté ahí, no paran de hacerte sentir una y mil sensaciones que no puedes controlar y te matan durante horas, e incluso a veces, durante días. Comienzas a no saber qué piensas, ni que sientes. Intentas reforzarte, cada vez pones más empeño en reírte del mundo, si viene alguno de esos "sentimientos intruso", los rechazas, los evitas; si te dañan (aún de manera inconsciente), te refuerzas cada vez más, y recurres de nuevo a esa ficción. Maquillas tu alma, comienza de nuevo el show... aunque no siempre termina bien la función... Inconscientemente, casi como si de una especie de reloj biológico, sin saber que hora es, sin tan siquiera saber si llevas muchas o pocas horas, cuando se acerca el amanecer, las lágrimas comienzan a descender... sin pedir permiso. Sin compasión, la culpa, el dolor, la debilidad... llaman a tu puerta sin pedir permiso para entrar... No intentes evitarlo, no intentes ser fuerte, porque no podrás. Justo en ese instante, quieres bajarte del mundo, de ese mundo. Tu sonrisa se va y simplemente quieres volver a casa, a tu espacio, a tu pequeño rincón donde puedes ser tu misma sin miradas acusadoras, sin rendir cuentas a nadie. Sin mostrar que también lloras, que también sientes... Ese momento es tuyo, no se puede saber, piensas, que de contarlo, sería como caer más y más en lo que tu crees de "débiles" (por decirlo de algún modo). Llegan las fases, las primeras horas son insoportables, te encoges, te retuerces de dolor, las lágrimas cada vez caen con más intensidad y en más cantidad... Abrazando lo inerte, mas no se calma... Por unos instantes lo odias todo, el mundo, la gente, la noche... pero lo que más odias es a ti mismx; no lo puedes evitar. Pasan las horas, pasa el día, no eres. Mil pensamientos por tu mente, y a la vez nada. Ya no sabes lo que es real, las primeras horas deseas acabar con todo, y las siguientes te planteas comenzar a dar el cambio (y no hablo de lo que se supone que es correcto, si no, al cambio que tu crees desear... o tal vez deseas). Pasan los días, sigues con la rutina, intentando no pensar en lo sucedido, guardándotelo para ti, es tu secreto; tu pequeño gran secreto. Sin darte cuenta, en realidad, tan solo estás siguiendo el juego, sigues dentro, forma parte del proceso. Un día, te paras a pensar en ello, y te das cuenta de que todo está "patas arriba", los pensamientos, los sentimientos, tu vida... Has conseguido tu propósito, ya no piensas (no sabes qué pensar) y ya no sientes (has creado tu propio frente, reforzándolo hasta para ti misma, hasta el punto, de que ni tan siquiera tú, puedes entrar). Enhorabuena... o no. Sigues volando, pero algo cambia, de pronto empiezas a reparar en pequeños detalles, que antes ni tan siquiera se te pasarían por la cabeza. Los hechos hablan por si solos... la gente, los momentos, como actúan... como actuamos... El mismo show, distinto guión. Unxs que van y otrxs que vienen, ya no es lo mismo. Empiezas a pensar, observas, escuchas... y te das cuenta, de que incluso los motivos, son los mismos. Todxs distintos, vidas distintas, edades distintas, el mismo lugar, las mismas horas, los mismos días... La misma herida. Y una vez que empiezas a comprender esto, es como si comenzases a comprenderlo todo. Intentas ignorarlo, seguir como si nada, seguir cayendo... mas a la vez te acompaña otro nuevo sentimiento, otra nueva sensación; pones todo tu empeño en que no sea así, pones todo tu empeño en que sigan siendo tan solo noches, momentos, personas que van y vienen; que vuelva a ser como al principio, sin efectos secundarios, sin esos "sentimientos intruso". Y sigues..., intentando pulir lo que tu crees defectos, "defectos" como sentir, como necesitar(te) (sin concretar, sin que sea nadie en concreto, tan solo son pensamientos, sensaciones que van y vienen, todo un sinsentido.) Y ahí me quedo, esperando a la siguiente fase, preguntándome día tras día, qué será lo siguiente; sintiéndome a veces perdida y otras simplemente me quedo en el presente; sin pensar. A veces es como si todo se hubiese vaciado por dentro, como si ya no quedase nada. Nada que decir, ni que hacer. Como si tan solo hubiese la posibilidad de dejar que el tiempo pase. Casi como si te hubieses vuelto locx del todo. Supongo que pasa factura... ¿o seré yo?... como saberlo si entre lxs mismxs, casi casi, son las mismas consecuencias; aunque cada cual, evidentemente, lo lleva de un modo u otro. Ya se sabe, unxs son más fuertes, otros más débiles... y otrxs no son. He visto como muchxs terminaban con todo porque no eran capaz de soportarlo, y ¿sabes? a nadie le importa, porque en realidad, nadie conoce a nadie. Yo misma lo he escuchado, esa frase que retumbó (y aún a veces lo hace), en mi cabeza, con gran intensidad : "¿por qué lo haría?, si era un/una fiestas, no tenía ningún problema...". Frases sueltas de esta índole me han hecho pensar. Es increíble como mucha gente puede estar tan ciega ante los sentimientos ajenos..., como nadie ve más allá de sus narices. Como todo sigue, como si nada. En momentos así, la vida me pierde el sentido por completo, ya no creo en nada, no creo en nadie, deseo con más fuerzas no sentir, deseo con toda mi alma poder aferrarme a fuego a cada nuevo viaje, a cada noche. Releo, y creo que he perdido la "fé" en todo, creo que ya no le encuentro sentido a nada. Y otros días, o mejor dicho, otros momentos, pienso que todavía queda mucho por vivir, por hacer, por sentir... Creo que ni yo misma me comprendo; creo que tan solo quiero destapar de nuevo esos sentimientos filosóficos y entremezclarlos con el yo que he construido estos últimos dos años. Quizás la respuesta sea esa, quizá sea tan simple como enfocarlo todo de otro modo, endurecer lo que no quieres que dañen pero a la vez poder sentir. Paradojas, una y otra vez, constantemente; sea cual sea el momento de mi vida, sea cual sea el sentido... No quería dejar de soñar, pero a veces pienso que he ahogado mis sueños; todas estas paradojas, todo lo que veo a mi alrededor, todo este puto mundo, todas esas putas mentes cuadriculadas, todo ese bien y mal establecido, todo ese "lo que es normal, lo que es correcto", todos eses "es lo que tienes que hacer; tiene que ser así"; creo que han acabado por minarme por dentro y comenzase la locura. A veces pienso que es normal, solo son momentos, y otros... que no encuentro la salida. Las palabras salen, se explayan ante el papel, es mi manera. Mezclo, pienso, escribo, tecleo, sale solo... y me siento mejor. A veces, es tal la intensidad, que no solo me basta con escribir, si no que hay momentos en que me acompañan, no solo la música, si no también las lágrimas. Están deseosas por salir, en realidad quiero gritar. Lo necesito, como esa noche, como aquella fatídica noche bajo la lluvia nocturna, ese grito desgarrador que me salió del alma y dejó de piedra a todxs lxs que por allí pasaban... Tan solo un grito, un grito de rabia, de dolor, de desesperación... Lo repetiría con los ojos cerrados, no la situación, pero si el momento. La lluvia, la noche, las lágrimas... ese grito, la primera vez en mi vida que dije tanto con tan poco, ese grito que todo el mundo pudo comprender que significaba, que hablaba por si solo... Mi fiel acompañante, el dolor; mezclado con la rabia y la impotencia. Un día creí en todo, un día aposté todo y lo perdí. Lo pierdo sucesivamente. Me he creado esta nueva naturaleza, o quizás no tan nueva... ¿cuál es la finalidad?... ya antaño recurrí a esa copa llena y esa caja vacía... ¿y ahora? han cambiado las situaciones pero quizás el modus operandi, puede que sea el mismo, puede que esté ligado íntimamente a ese "yo" pasado. Quién sabe. Y ahora solo viene a mi mente esa frase que un día escuché y que me hizo sentir por unos instantes... "Llegará un día en que alguien encenderá las luces que otrxs habían apagado..." Y en momentos así vuelvo a darme cuenta de que a veces, de nuevo, pierdes el miedo a todo tan solo por hacer que las voces callen. Y hoy, simplemente quiero gritar. Porque al final, todo te lleva al punto de partida. Anheles lo que anheles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario